Me gustaría, a través de estas fotos, poder transmitir el inconfundible y singular aroma de los pimientos recién partidos y en proceso de secado con el sol y labrisa del Poniente. Un producto agrícola que forma parte de nuestra historia reciente, que se resiste a la extinción como ha sucedido con otros por la escasez de agua o los nuevos "vientos comerciales".
Como el aroma de la alfalfa recién cortada o seca y empapada del rocío de la madrugada, el de "la cascara del pimiento" es un olor intenso impregnado a generaciones de totaneros y totaneras como es mi caso.
El ambiente de los sequeros; más allá de los zarzos de cañas o el "trespor", la binza, cascarones o los pezones que se secaban aparte. Las mujeres cantando o hablando (criticando a todo quisque a veces) mientras que sus hábiles pulgares y manos "daban la vuelta" al pimiento pansido buscando la molla para echarlo al zarzo que distribuía la encargada con la horca de madera enrojecida...
Mi mejor y mas nítido recuerdo del Sequero del "Rosquillero!, al final de la calle Rosa en plenas Cabezuelas hoy barrio de Villa Cohete. Los amargos relatos de Diego "El Rosquillero", sobre su sufrimiento tras la Guerra Civil y la represión franquista a los republicanos que lucharon y defendieron la libertad. La tía Isidora, una anciana de humanidad sin límites y tantos recuerdos que anidan en la mente tras demás de medio siglo. Ahí siguen los pimientos para la elaboración del pimentón único por el clima y las primorosas manos de los agricultores totaneros. Un aroma que forma parte de nuestra vida y nuestra historia.
17 de septiembre de 2014